Existen múltiples factores que determinan que la desigualdad entre hombres y mujeres siga existiendo, no siendo suficiente que se adopten medidas en el ámbito empresarial, sino que deben extenderse a otros ámbitos muy relevantes como el de la educación, a nivel cultural y social, etc.
En 1957 el Tratado de Roma ya contemplaba el principio de igualdad de retribución entre trabajadoras y trabajadores que realizan la misma labor, prohibiendo así la discriminación salarial por razón de sexo. En marzo de 2020, la Presidenta de la Comisión Europea indicaba que “la igualdad de género es un principio fundamental de la Unión Europea, pero todavía no es una realidad”.
Somos todos conocedores de la numerosa normativa existente en el plano laboral en España a los efectos de promover una igualdad real y efectiva entre el hombre y la mujer, orientando el comportamiento de, entre otros, las empresas privadas al respecto.
Probablemente esta normativa ha impactado en mayor medida en el sector privado, siendo este el que más ha mejorado en materia de igualdad según reconoce la Comisión Europea.
Como declara el Instituto de Igualdad de Género de la Comisión Europea en 2020, España es el octavo país con menos desigualdad después de Suecia, Dinamarca, Francia, Finlandia, Holanda Inglaterra e Irlanda. No obstante, España suspende en materia de igualdad retributiva, indicando la Comisión Europea que las mujeres continúan percibiendo una compensación inferior a la de los hombres (-13,9%).
Aunque la inclusión de la mujer en el mercado laboral en España obtiene una puntuación razonablemente buena, existe una notable diferencia en la segregación del trabajo y la calidad del mismo que redunda en la desigualdad retributiva. Este hecho parece una consecuencia de la brecha existente en la educación y formación, donde se constata una importante segregación en las carreras académicas realizadas por las mujeres, lo que nos invita a reflexionar sobre la necesidad de abordar la igualdad no solo en el ámbito empresarial, donde se dirigen la mayor parte de los esfuerzos, sino también en otros terrenos, como en el campo educativo y en el cultural y social.
Los datos, además, avalan la mayor implicación de la mujer en el ámbito familiar, como lo demuestra el hecho de que, según el Instituto Nacional de Estadística de España, en 2013 el 94,5% de excedencias por cuidado de hijos eran solicitadas por mujeres y en 2019 dicho porcentaje seguía siendo muy elevado para la mujer, concretamente del 90,95%.
En conclusión, los datos muestran que se ha avanzado en los últimos años, pero en ningún caso el avance es suficiente. La imposición legislativa de múltiples obligaciones a las empresas no ha corregido completamente la desigualdad entre sexos, por lo que resultan necesarias otras medidas en el ámbito de la educación, cultural y social, para promover realmente una verdadera igualdad entre mujeres y hombres.
Elisabeth Pujol
Departamento Laboral de Garrigues