No cabe duda, la “era de la corresponsabilidad” ha llegado. Su llegada está justificada en atención a los datos que muestran diversos estudios y estadísticas que ponen de manifiesto que la incorporación de la mujer al trabajo no ha venido acompañada en la misma proporción de una implicación del hombre en las tareas domésticas y en las relacionadas con el cuidado de familiares.

Por poner algunos ejemplos y sin ánimo de ser exhaustivos, de conformidad con la estadística sobre prestaciones de maternidad y paternidad que elabora el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, en 2015 se tramitaron un total de 278.611 expedientes para la concesión de prestaciones por maternidad, de las cuales, únicamente 5.233 (1,9%) fueron cedidas al padre. En ese mismo año, un total de 41.703 mujeres y 3.861 hombres iniciaron un periodo de excedencia por guarda legal (cuidado de hijos o familiares), lo que revela que son las mujeres las que de forma mayoritaria (92,58%) hacen uso de este derecho. Asimismo, según la Encuesta de Población Activa, en 2016, del total de personas que manifestaron estar ocupadas a tiempo parcial debido al cuidado de niños o adultos enfermos, incapacitados o mayores, un abrumador 96,04% eran mujeres.

Estos datos son indicativos de que, a pesar del claro cambio que ha experimentado nuestra sociedad en las últimas décadas, el reparto del trabajo doméstico y de las responsabilidades familiares no es equilibrado, con el consiguiente impacto que este desequilibrio tiene en la situación de la mujer y en la igualdad.

Es indudable que promover la corresponsabilidad es una labor que afecta a todos los agentes implicados y que no se puede depositar en las empresas la carga exclusiva de implantar medidas que favorezcan la corresponsabilidad. Sin embargo, debemos destacar el esfuerzo que muchas empresas están realizando mediante campañas de sensibilización en materia de corresponsabilidad entre hombres y mujeres, la implantación de acciones concretas para potenciar el uso igualitario por mujeres y hombres de las medidas de conciliación disponibles en la empresa, o la concesión de permisos y derechos de conciliación en exclusiva para el trabajador varón.

Llegados a este punto, debo referirme a alguna de las noticias publicadas en los últimos tiempos. Así, por ejemplo, a finales de 2016 se daba a conocer que España sigue perdiendo población, a un ritmo de 72 personas al día, esencialmente porque hay menos recién nacidos. De los datos del INE se deduce que, en pocas décadas, el porcentaje de población por encima de 65 años será del 30-35%.

Ante esta situación, ¿nos debemos conformar con el grado actual de consecución de corresponsabilidad? ¿No sería necesaria una reflexión profunda y global sobre el modelo de sociedad que estamos generando y sobre su sostenibilidad?

Sin duda alguna todas las políticas y medidas que se puedan adoptar en todos los ámbitos para favorecer la corresponsabilidad de hombres y mujeres en tareas domésticas y cuidado de familiares son bienvenidas, pero una visión más amplia de los problemas actuales y futuros de la sociedad española es necesaria para, precisamente, favorecer que esas políticas y medidas den sus frutos y la igualdad, también en lo que respecta a la conciliación de la vida laboral, personal y familiar, llegue por fin a ser una realidad.

Eva Díez-Ordás

Departamento Laboral de Garrigues